El Real Murcia volvió a naufragar. Cayó 1–0 ante el Tarazona en un partido gris, sin ideas ni carácter, que agrava la crisis grana y deja a Joseba Etxeberria más cuestionado que nunca. El equipo acumula solo una victoria en siete jornadas y apenas cinco goles a favor, reflejo de un proyecto que no arranca y que transmite más dudas que esperanza.
La primera parte fue un suplicio para el espectador: mucho balón largo, poco fútbol y ninguna ocasión clara. El encuentro se convirtió en un correcalles sin control ni criterio, con dos equipos más preocupados por no fallar que por construir.
El segundo acto trajo aún más problemas. En el minuto 59, Sekou vio la segunda amarilla y dejó al Murcia con diez, desarmando cualquier plan ofensivo. Apenas seis minutos después, el Tarazona aprovechó una contra para marcar el 1–0 y dejar tocado a un conjunto murciano sin respuesta.
Con el marcador en contra, Etxeberria movió el banquillo: entraron Benito, Cadorini e Isi, pero ninguno mejoró el panorama. Solo Juan Carlos Real, en la segunda parte, logró generar algo de peligro con un disparo al palo en el 70’, la única acción realmente destacable de los visitantes. En los minutos finales, Kayode, que había sustituido al lesionado Cristo, probó suerte desde fuera del área, pero su disparo fue bien detenido por Josele.
El pitido final certificó otra jornada de frustración. Sin ideas, sin gol y sin alma, el Real Murcia se aleja de los puestos de cabeza y deja la sensación de un equipo roto. En el ambiente, una pregunta empieza a hacerse inevitable: ¿cuánto más puede aguantar Joseba Etxeberria al frente del banquillo grana?